martes, 20 de septiembre de 2016

Crítica

Como no podía ser de otra forma, la muerte ocupa un papel primordial en la obra de Rulfo. Se entremezcla con la vida, de tal suerte que a veces se confunden. En ello tiene mucho que ver la peculiar visión que de ella tiene el pueblo mexicano. Y, en este sentido, pocos escritores han sabido captar la esencia de su tierra como él. 

También influye en ello su concepto de la vida. Para Rulfo, un destino absurdo y fatal marca la vida de todo hombre, que -perdido entre la desolación y la miseria– nada puede hacer para evitarlo por mucho que se subleve. 

Todos estos rasgos se encuentran en su relato breve titulado Acuérdate, en el que dos personas rememoran la figura de Urbano Gómez, cuya triste vida, en un ambiente sórdido, hizo que se volviera loco, terminando por amarrarse él mismo la soga al cuello y “hasta escogió el árbol que más le gustaba para que lo ahorcaran”. 

Desde luego, nos encontramos ante un cuento lóbrego, incluso siniestro, en el que la miseria se mezcla con una existencia absurda. Y es que Rulfo es un autor triste y pesimista. Con su infancia, no podía ser de otra manera.

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